EL AMOR NO EXISTE


Era un hombre muy respetado, había leído muchos libros, estudiado en las mejores universidades y era capaz de defender con contundencia su razonamiento de que...
...el amor no existía.

Argumentaba que el amor era como una especie de droga que generaba una fuerte dependencia. La persona que tiene una necesidad mayor es la que sufre la adicción y la que tiene la necesidad menor es quien la suministra. De modo que generalmente en todas las relaciones hay una persona que ama más y otra que ama menos.
El adicto al amor vive con un miedo constante a no ser capaz de conseguir su próxima dosis de amor (de droga). ¿Qué voy a hacer si me dejan?, se pregunta.
Ese miedo lo hace ser una persona posesiva, celosa, exigente...
El que suministra la droga por el contrario, es el que puede controlar a la otra persona dándole más o menos dosis según le parezca. Quien tiene más necesidad de amor acabará por rendirse, haciendo todo lo posible por no verse abandonada.

Lo que los seres humanos llaman amor no es otra cosa que una relación de miedo que se fundamenta en el control. Es una guerra para ver quién manipula a quién. ¿Quién suministrará la droga y quién tendrá la adicción?
Al terminar el estado de enamoramiento empiezan los problemas, poco a poco el respeto se va desvaneciendo, crece el resentimiento, se lanzan reproches, se exigen, se hieren el uno al otro, una situación que va en aumento hasta que llegan a tener miedo de quedarse solos, o miedo al qué dirán.


¿Pero dónde está el amor?

Un día mientras daba un paseo por el parque se encontró a una mujer llorando sentada en un banco, él se le acercó y le preguntó por qué lloraba. Para su sorpresa ella le respondió que lloraba porque el amor no existía.
Él que la comprendía muy bien le dijo: -Tienes razón. Buscamos el amor y lo que encontramos es egoísmo. No importa cuantas relaciones iniciemos siempre ocurre lo mismo.
Conectaron tan bien que comenzaron una relación de amistad maravillosa. Se respetaban, se apoyaban, no se controlaban ni se sentían poseedores el uno del otro.

En una ocasión durante un viaje que lo había llevado fuera de la ciudad pensó que quizá lo que sentía por ella era amor... Pero era muy distinto a todo lo que anteriormente había sentido,
Pensaba... No siento la necesidad de que ella cuide de mí, ni de echarle la culpa de mis problemas ni desdichas. Respeto su forma de pensar, sus sentimientos. Ella no hace que me sienta avergonzado ni celoso cuando habla con otras personas. No siento envidia de sus éxitos, y juntos es cuando mejor lo pasamos.

Tal vez el amor sí existe pero no es lo que todo el mundo piensa que es.

Al regreso de su viaje le expresó todo esto a ella, quien le confirmó que hacía tiempo que opinaba lo mismo. Decidieron convertirse en amantes y vivir juntos, e increiblemente nada cambió. Siguió el respeto, el apoyo y el amor siguió creciendo.

Una noche él se encontraba mirando las estrellas y descubrió entre ellas la más bella de todas; su amor era tan grande que la estrella empezó a descender del cielo hasta detenerse en sus manos, su alma se fundió con la estrella. 
Se sintió tan feliz que apenas fue capaz de esperar para correr hacia la mujer y depositar la estrella en sus manos como una prueba del amor que sentía por ella. La mujer sintió una duda, pensó que ese amor le resultaba arrollador y en ese instante, la estrella se le cayó de las manos y se rompió en mil fragmentos.

Ahora un hombre viejo anda por el mundo jurando que no existe el amor y una hermosa mujer mayor espera derramando lágrimas el amor de un hombre que por un momento de duda, perdió.
Esta es la historia del hombre que no creía en el amor.


¿Quién de los dos cometió el error? 
¿Sabes qué es lo que no funcionó?

Él se equivocó pensando que podía darle su felicidad. La estrella era su felicidad y su error fue poner su felicidad en las manos de ella. La felicidad nunca proviene del exterior. Él era feliz por el amor que emanaba de su interior; ella era feliz por el amor que emanaba de sí misma. Pero tan pronto como él la hizo responsable de su felicidad, ella rompió la estrella porque no podía responsabilizarse de la felicidad de él. 
"Si le das la felicidad a otra persona, siempre podrá llevársela con ella"

Del libro: "La maestría del amor" de Miguel Ruiz
Próximo debate en el Club de lectura positiva en la Galería Sargadelos. ¿Te apuntas?





3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Nos hace ser más conscientes de lo que es en realidad el amor incondicional. El libro te encantará! Te lo recomiendo!
      Un beso y gracias por tu comentario.

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